jueves, 23 de octubre de 2008
miércoles, 22 de octubre de 2008
martes, 14 de octubre de 2008
Noche de Luna
El niño que ahogó la luna
La Luna llena y el Sol
se pusieron a jugar,
y al escondite jugaban
una tarde frente al mar.
El niño de ojos de cielo
quiso con ellos jugar;
fue a decírselo a la Luna,
escondida en el pinar.
Corre el niño hacia la Luna,
la Luna corriendo va,
y sólo se detenía,
cuando el niño, a descansar.
- Espérame, Luna boba,
que no quiero hacerte mal.
Pero si el niño corría,
la Luna corría más.
Frente a un pozo se detiene
y, asomándose al brocal,
en el agua ve a la Luna,
que muy quietecita está.
-Esta vez, ¡oh, Luna mala!
no te podrás escapar.
El niño, para guardarla,
la tapa pone al brocal.
En esto, la madre inquieta
al hijo viene a buscar ...
En sus sueños vio a la Luna
toda la noche llorar.
Por la mañana temprano,
a la Luna fue a soltar,
pero en las aguas dormidas
la Luna no estaba ya.
- La luna se ahogó en el pozo;
yo fui el culpable, mamá.
Y su mamá le consuela
cuando al niño ve llorar.
Humberto Zorrila (Perú
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
Jaime Sabines
Dedicado a la persona que más quiero,que hoy no se encuentra a mi lado, una persona que hoy vela por la salud de los demás sin importar la suya propia, para mi querido Germán
lunes, 13 de octubre de 2008
Vendimia
Era de tanto amor la noche aquella
que hasta el alba rompió su compromiso
de clausurar las sombras y no quiso
partir la noche y apagar la estrella.
Subió a su boca el vino y puso en ella
tan breve y embriagante paraíso
que, robando a sus labios el permiso,
busqué su rastro y apuré su huella.
Tantas veces mezclamos vino y beso
que, al fin, el sueño la rindió, por eso
le sirvieron mis brazos como almohada.
Y cuando pudo el sol alzar el vuelo
estaba rojo, como el vino, el cielo
y azul, como sus ojos, la alborada
Luis Lopez Anglada
que hasta el alba rompió su compromiso
de clausurar las sombras y no quiso
partir la noche y apagar la estrella.
Subió a su boca el vino y puso en ella
tan breve y embriagante paraíso
que, robando a sus labios el permiso,
busqué su rastro y apuré su huella.
Tantas veces mezclamos vino y beso
que, al fin, el sueño la rindió, por eso
le sirvieron mis brazos como almohada.
Y cuando pudo el sol alzar el vuelo
estaba rojo, como el vino, el cielo
y azul, como sus ojos, la alborada
Luis Lopez Anglada
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